Don Alejandro
–Don Alejandro, buenos días. ¿Asunto? –Cobranza, me contesta cruzando la puerta y dirigiéndose a mí. – ¿Por qué? –Así es la ley apache, además, toda persona que presta un servicio tiene derecho a ser reenumerado, me vuelve a contestar. – ¡¿Reenume… qué?! Es remunerado don Alejandro, remunerado. –Aaah, riéndose y como asombrado concluye. Don Alejandro es un buen Amigo que pasa todos los días de lunes a sábado a vender jugos de naranja y betabel. Después de entregar el jugo que le compro pasa a cobrarme a mí, y antes de pagarle nos aventamos ese gracioso estribillo casi a diario. Palabras que por hábito vicioso y juguetón repetimos cada vez que la ocasión lo amerita. En cierta ocasión platicamos así:
– ¿Oiga, ya acabó la venta? –No, todavía me faltan estos, y me enseña dos o tres bolsas de jugo. – ¿Y ese de qué es? Le señalo una bolsa de jugo de betabel. –Aaah, este es de murciégalo macho, – ¿No será de murciélago? –No, por enésima vez me contesta. –Es de murciégalo macho. – ¿Y ese, como lo prepara? –Aaah, es muy fácil. Lleva sangre de murciégalo macho, uñas de cucaracha, colmillos de un grillo y cuatro pelos de un sapo y además, es el que más se vende. –Qué bueno don Ale, ¿y cómo consigue esos ingredientes?, le pregunto riendo. –Aaah, pues me los trayen. – ¿no será que se los traen? –No, porque de una vez le voy a decir, pa’que no me ande corrigiendo a cada rato, que según la Real Academia Española de la Lengua, se nos autoriza a las personas ignorantes como yo, hablar como se nos pegue la regalada gana, el caso es que me entienda. Nos reímos amenamente a carcajadas después de esos jocosos comentarios. –Oiga don Ale, cuénteme un cuento. Aaah pues verá usted, de un cerro venía bajando un burro bien cargado de leña hasta el tope, cuando de repente se encontró en una charca que estaba junto al camino, un marrano revolcándose en el lodo, descansando plácidamente. Al verlo el chacho inmediatamente le dijo: – ¿Y ora tú? Mira nomás como vienes de jodido trabajando y yo, descansando y gozando de la vida. –Sabes para qué es la leña que llevo, le dijo el burro, pues para que mañana hiervan el agua donde te van a cocer para pelarte y hacerte carnitas. –Muy buen cuento don Ale, sabe, el cuento tiene una moraleja. Mire usted, el hombre no debe jamás burlarse de los demás, cualquiera que sea su condición. Nunca debemos olvidar que la vida es una rueda y que a veces se está arriba, pero otras abajo. –Bueno, mucho bla, bla pero ya págueme que ya me voy, me dijo. Todavía me faltan unos cuantos para terminar. –Muchas gracias don Ale, aquí tiene, le entrego una moneda, nos despedimos y se va. –Hasta mañana. –Hasta mañana don Ale. Que le vaya bien, muchas gracias.
Don Alejandro es un hombre trabajador, honesto, con mucha experiencia y nada ignorante, como hay tantos en nuestro país, con la esperanza de salir adelante, luchando con perseverancia y tesón para alcanzar sus propias metas como muchos, trabajando; única y además, placentera manera licita de ganarse el pan de cada día. Eso también es la vida, sonreír, convivir, reír, platicar amenamente; independientemente del fragoso trabajo diario, las obligaciones y la responsabilidad que jamás deben dejarse. Eso es la vida, las infinitas particiones en que se apoya deben vivirse plenamente, aunque sea un instante, con alegría, con humor, con caridad y solidaridad. Tiene incontables cosas, anécdotas que a veces nunca imaginamos sucederían. Entonces, procuremos vivirla así, con alegría y felicidad, con amor y amistad. Los problemas, las penas, los sufrimientos, son parte inevitable de la vida, aprendamos a soportarlos y sacarle provecho pues de ellos también se aprende. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.