29 de Noviembre de 2024
 

Panoramas de Reflexión

La carreta

“Cierto día caminaba con mi padre, cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: –Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más? Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: –Estoy escuchando el ruido de una carreta.

            –Eso es, dijo mi padre, es una carreta vacía. Pregunté a mi padre: – ¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la vemos? Entonces mi padre respondió: –Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace. Me convertí en adulto y hasta hoy, cuando noto a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: –Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace. La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. Y recuerden que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero. Nadie está más vacío, que aquel que está lleno del “Yo mismo”. Seamos lluvia serena y mansa que llega profundamente a las raíces, en silencio, nutriendo”.

Muchas veces le he comentado a mi angelito que casi la mayoría de todos nuestros conocidos y amigos padecen del mismo mal. Casi todas las personas con las que convivimos tienen algún amigo importante con quien se llevan de a cuartos, o tienen un carro nuevo, del año, o se llevan con tal o cual político o funcionario importante a quien recurrir si es necesario; en fin, la mayoría tiene algo sobresaliente que decirnos. Parece un mal generalizado el que todo mundo no pierda la oportunidad, al estar platicando con alguien, de sacar a colación algún tema relacionado con alguna experiencia o relación magnífica. Hasta el más chimuelo masca rieles. Es cierto que todos, cuando platicamos con alguien, tendemos a exagerar un poco lo que comentamos, tal vez sea nuestra propia naturaleza, pero muchos rayan en lo fantástico e increíble. A nadie nos gusta perder, es la mera verdad, y mucho menos contar experiencias desagradables o ridículas, que invariable y absolutamente todos tenemos alguna vez en la vida, pero de ello nadie nos da cuenta.

Avancemos por la vida con la carreta llena de virtudes y buenas acciones, trascendamos en el camino de la misma pero sin hacer aspavientos, sin hacer alharacas de nada y por nada, porque ello también tiene un efecto en el universo y si con esto se daña a alguien, las cosas se revertirán de peor manera, quizá sin darnos cuenta pero de que lo harán, lo harán. Sea humilde, sincero, condescendiente, honesto y virtuoso. Todas las cosas siempre caen por su propio peso y nunca es necesario decir algo para que los demás reconozcan en usted sus virtudes, simplemente hágalo, sea virtuoso, humilde, siempre por convicción y no porque así convenga a sus intereses. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.

 

Luis Humberto.