25 de Noviembre de 2024
 

Panoramas de Reflexión

Los dos mares

 

            “Hay en Tierra Santa dos lagos alimentados por el mismo río; el río Jordán, estás situados a unos kilómetros de distancia el uno del otro. Pero, ambos poseen características asombrosamente distintas. Uno es el Lago de Genesaret, conocido también como Mar de Galilea o Lago de Tiberíades. El otro es el llamado “Mar Muerto”.

 

            El primero es azul, lleno de vida y de contrastes, de calma y de borrasca. En sus orillas se reflejan delicadamente las flores amarillas de sus bellísimas praderas. El Mar Muerto es una laguna salitrosa y densa, donde no hay vida y queda estancada el agua que viene del río. ¿Qué es lo que hace tan diferentes a los dos lagos alimentados por el mismo río? Es sencillamente esto: El Lago de Genesaret trasmite generosamente lo que recibe. Su agua una vez llegada allí, parte inmediatamente para remediar la sequía de los campos. Sacia la sed de los hombres y de los animales. Es un “agua altruista”. El agua del Mar Muerto se estanca. Se adormece. Es salitrosa. Mata. Es “agua egoísta”, estancada, inútil. Pasa lo mismo con las personas. Las que viven dándose y dando a los demás, generosamente, viven y hacen vivir. Las personas que, egoístamente, reciben, guardan y no dan, son como agua estancada, que muere y causa la muerte a su alrededor. Muchas personas se parecen al Mar Muerto: sólo reciben, acumulan, no se dan y así se fabrican una vida amarga, desdichada e infeliz. Hay otros que dan y se dan a sí mismos con generosidad y sin esperar recompensa. Esta gente es la más feliz de nuestro mundo. Cuanto más damos más recibimos. Cuanto menos repartimos de lo nuestro, más pobres nos volvemos. El que acumula para sí solo, llama a gritos a la infelicidad y ésta llega. El que reparte, abre la puerta a la felicidad”.

 

            Lo que nos enseña la reflexión anónima anterior es muy simple, se los he comentado en innumerables ocasiones. Lo he experimentado personalmente. La vida se encarga de enseñárnoslo a edad madura pero la mayoría de los jóvenes, y uno que otro adulto, lo ignoran o se hacen tarugos. Se muestran altaneros, arrogantes, miserables, egoístas y nada generosos; viven en su mundo idealizado de falsas esperanzas, donde piensan, creen que todo mundo está para servirlos, porque tienen un papi, una mami o un amigo influyente y poderoso. Lo malo es que con esa actitud, pasan lastimando a mucha gente que encuentran en su camino, vejándola, ofendiéndola, vilipendiándola, jodiéndola. En cambio, servir es otra cosa. Sirva sin esperar qué saca, sin esperar nada. Sea amigo con el afán de serlo y no de ver qué obtiene. Cuando me le acerco a alguna persona, muchas veces piensa que lo hago por ver qué saco. Cuando se da cuenta que no va la cosa por ahí, entonces me acepta. Todos hacemos lo mismo, evaluamos, analizamos y luego aceptamos. Olvídense de prejuicios, no vale la pena. Sea amigo, amable, condescendiente y encontrará lo que busca. Amistad, amigos, hermanos. Dé y le sobrará. Niegue y le faltará. Y no piense que me refiero al dinero, ese, trabajando lo obtendrá. Pero con actitud, con ganas de hacerlo, sin esperar tanto que le ordenen, simplemente hágalo. No lo piense, mejor hágalo, adopte una actitud sincera, benevolente y de respeto con los demás y verá las consecuencias. Le asombrarán. Que tenga un buen día.

 

Luis Humberto



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