El placer de trabajar
Hoy en día el trabajo que usted tenga debe considerarlo como un verdadero privilegio por todos aquellos que no lo tienen y padecen las terribles consecuencias. El saber apreciarlo como un tesoro le permitirá disfrutarlo con placer en vez de sufrirlo como castigo. Debe olvidarse de actitudes negativas hacia él, como esa que le hace creer que “trabajar es tan desagradable que hasta pagan por hacerlo”, tal como reza una frase muy popular que a menudo se oye por ahí.
Mejor póngase a pensar usted un poco en todo lo que le proporciona la remuneración que por él recibe; por ejemplo, el sustento de su familia, la educación de sus hijos, la salud de sus enfermos, su diversión, paseos y esparcimiento, y tantas, tantas cosas materiales que puede adquirir. No cree que sería bueno empezar por tenerle un profundo respeto a su trabajo. No huyamos de él a menos que nos resulte imprescindible hacerlo. Nuestra actitud hacia el trabajo debe ser siempre de buena disposición, de iniciativa constante e invariablemente de ganas de hacerlo. A sus empleadores no debe llevarles preguntas, sino respuestas. Atrévase a cargar con la responsabilidad que otros rehúsan, aférrese a las oportunidades sin escalar puestos ni posiciones sociales a costa de su dignidad. Aprenda a sentirse satisfecho con lo que hace, realícelo con amor y esmero, sea humilde y cortés con sus compañeros y superiores, comparta sus experiencias y aporte sus mejores ideas para hacer de la empresa donde usted labora, por pequeña que esta sea, la más próspera y eficiente. El progreso de ella será en beneficio suyo también. Razone un poco en que su trabajo no es más que una bendición, si toma en cuenta a tantas personas que carecen de él. En estos momentos que nuestro país padece los efectos de una creciente crisis económica, es buen momento para que redoble su esfuerzo para apoyar la productividad. Y ruegue porque su fuente de trabajo no se agote como ha sucedido con muchas empresas que hasta hace poco creíamos sólidas, prósperas y permanentes. Los giros inesperados que en ocasiones suceden están a la vuelta de la esquina.
Sin duda este es un buen momento para dejar atrás la frustración. Solo los fracasados culpan a los demás de sus carencias, empeñémonos a fondo en hacer de la mejor manera nuestras tareas por engorrosas y tediosas que nos parezcan, y si tenemos el privilegio de realizar lo que nos gusta, busquemos cada día ser los mejores. Si bien es cierto que somos necesarios pero nunca indispensables, hagamos entonces que nuestro buen desempeño haga que esto no se aplique con nosotros. Cuidemos el trabajo, aprovechemos al máximo la magnífica oportunidad que tenemos de poseerlo, piense que tal vez mañana, las cosas podrían ser diferentes. Recuerde que si hoy tenemos, al rato puede ser que no. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.