A una quinceañera
“Cumplir 15 años suele convertirse en el punto de partida de una serie de sueños, ilusiones y metas que han de conformar toda una vida, empezar a dejar de ser una niña para extender las alas hacia la altura… altura de buenos principios, criterio y madurez que habrán de conducirte al éxito y a la autorrealización.
A partir de hoy aprende a respetarte, a expresar tus ideas y a defender tus razones. Sé generosa y humilde, pero no permitas que te pisoteen; rodéate de gente buena, que te ama y a quien des amor. Sin que guardes sus defectos y carencias, cultiva la amistad como un inmenso tesoro, valora sus cualidades y virtudes que los hacen dignos de tu afecto. Fíjate para cada día un propósito, una razón de vivir, busca alcanzar todas tus metas. Aun cuando tropieces aprende a levantarte, no te dejes abatir, cada error enmendado es una nueva experiencia y cada dolor o sufrimiento padecido nos fortalece más. Piensa que las cosas fáciles están al alcance de cualquiera, la clave del éxito radica en hacer lo que a los fracasados disgusta. Abre tus ojos a las cosas verdaderamente valiosas, no te quejes de lo que te falta y aprende a disfrutar de lo que si tienes. Conviértete en tu mejor amiga, conversa contigo misma, conócete bien, aplaude tus triunfos y repréndete cuando te equivoques, jamás te mientas. Lo mejor no es el futuro, sino cada instante presente, sonríe siempre que puedas, ya que la sonrisa alimenta el alma, vive intensamente cada día, porque cada minuto es irrepetible. Haz que tus logros y alegrías te hagan feliz, no te impongas límites para crecer. Aléjate de lo que te ofenda o denigre, como ley de vida aprende a decir que “no” cuando verdaderamente desees hacerlo, no te dejes manipular. Ama y respeta siempre a tus padres, valora sus esfuerzos y compénsalos con tus logros; apóyate en ellos en los momentos difíciles, sé siempre cordial y amorosa con tus hermanos ya que la familia es sin duda la fortaleza más segura, ellos te aceptarán tal como eres”.
Las palabras anteriores son un sublime mensaje que mi “angelito”, mi esposa, escribió para la sobrina de una compañera de trabajo. Un mensaje lleno de cariño sincero. Nosotros no tenemos hijos pero ella ha acumulado una grata experiencia a través del trato diario que sostuvo con jóvenes de secundaria, pues fue maestra en una escuela secundaria y llegó a conocer el comportamiento, inquietudes, deseos y aflicciones de muchos jóvenes inquietos. Tratar con adolescentes no es fácil, sin embargo amigo lector, yo le pido que valore plenamente la existencia de sus hijos y dé gracias a Dios por la inmensa responsabilidad que ha depositado en usted, escuchándolos, orientándolos y preparándolos para una vida mejor sin menoscabo de sus necesidades y deseos más apremiantes, como su digno sustento, el sano esparcimiento individual o grupal y la convivencia familiar. Esto contribuirá siempre a cuidar y mejorar su comportamiento y educación. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.