16 de Febrero de 2025
 

Panoramas de Reflexión

Contaminación auditiva

 

            Cuando recuerdo muchas vivencias de juventud no puedo dejar de comparar el pasado con el presente, y por más que le doy vueltas no encuentro la razón por la que siempre considero mejor el pasado. A veces creo que ya llegué a la edad en la que todo nos aflige, todo nos preocupa, todo nos espanta. Obviamente, también llegan a mi mente aquellas palabras que en tono agresivo le dirigía a mi abuela, cuando apenas era un chamaco: "abuelita, ahí vas otra vez de espantada".

 

            La madurez es el espacio mental que jamás llegamos a comprender de chamacos. Es la capacidad de poder distinguir los acontecimientos periféricos de una manera analítica, conmensurable, que nos permite entrever los efectos de muchos de nuestros actos de forma más razonable y comprensiva. Lo anterior se los comento porque cuando joven gustaba de escuchar música a altos niveles de sonido, tanto en casa como en vehículos de algunos amigos. La tecnología de mi época alcanzable en equipos de sonido caseros, no superaba los 300 Watts, cuando mucho. Bueno, la verdad no lo recuerdo y tampoco importaba tanto, lo que si importaba era la bulla que se armaba. Actualmente la potencia de los aparatos de sonido de aquel entonces no se compara ya con los que hay ahora. Por desgracia, mucha de la tecnología actual se usa indiscriminadamente sin regular su uso. La misma, se encuentra a disposición de quien pueda pagar por ella, a los fabricantes y distribuidores les importa un soberano bledo el daño físico y moral que pueda causar un uso indolente de los aparatos, porque su regulación depende de otras instancias. Dígame usted amigo lector, a poco cuando circula por las calles del centro de la ciudad, no ha notado el estridente y exagerado “ruido” que producen algunos establecimientos con las promociones de sus productos. En ocasiones yo he observado hasta dos establecimientos en una misma cuadra de una transitada avenida, que tienen obstaculizado parte del arroyo peatonal de las banquetas con tremendos bafles que generan elevados decibeles de sonido, y además, una o dos edecanes bailando animadamente en aras de promover algunas "marcas" de productos o servicios en especial. Actualmente vivimos en una sociedad completamente desorganizada, pero que en realidad trata de aparentar todo lo contrario; donde prevalece la anarquía y la corrupción, donde se respetan sólo las reglas esenciales o indispensables de urbanidad, y eso más o menos, no todas. Todo lo demás, cuando podemos, nos lo pasamos por el arco del triunfo. Vivencias y ejemplos como estos hay muchísimos. Y en verdad, no se trata de culpar a nadie, como acostumbramos todos cuando la regamos. Tan sólo aquí, la presente administración municipal ha realizado un esfuerzo enorme en términos generales; sin embargo, se observa poca o nula participación ciudadana, al menos en lo que a la basura respecta. Pero eso es otra historia en cuanto a contaminación me refiero. Al respecto de contaminación auditiva, que es el principal tema de esta reflexión, se puede observar por ejemplo que las ventas de un establecimiento que realiza estas prácticas comerciales que le acabo de comentar, efectivamente se disparan porque la mercadotecnia a través de su poderosa herramienta la publicidad, produce efectos colaterales altamente nocivos en mentes débiles, en personas con escasa preparación y de niveles intelectuales deficientes, que se dejan arrastrar por los prejuicios sociales que puedan provocar el no usar productos o servicios de determinadas "marcas”. Es un fastidio pero es nuestra triste realidad. El tema en cuestión puede tornarse lo suficientemente amplio, controvertido y complicado, pero lo verdaderamente esencial es que invite y convenza usted a su familia y a todos sus amigos a adquirir verdadera conciencia al efectuar sus compras, al igual que usted mismo, claro, para que no se dejen influenciar por promociones ridículas y costosas. Porque si usted adquiere sólo lo que realmente necesita, le estará haciendo un bien a su economía y tal vez con esto contribuyamos todos a ser en realidad los verdaderos reyes del consumo que tanto pregona la misma mercadotecnia, obligando tal vez con esto a los grandes consorcios a cambiar sus abruptas estrategias promocionales y comerciales, para que sin tantas 'alharacas' procuren vender productos realmente útiles y duraderos, de buena calidad pues,y no baratijas con las que se ha inundado recientemente la mayoría de los mercados.

 

            Recuerde usted que si bien el ruido no se acumula, traslada o mantiene en el tiempo como las otras contaminaciones, también puede causar graves daños en la calidad de vida de las personas si no se controla bien o adecuadamente.El término contaminación acústica hace referencia al ruido (entendido como sonido excesivo y molesto), provocado por éstas y otras actividades humanas que producen efectos negativos sobre la salud auditiva, física y mental de todas las personas. En conclusión, un consumidor educado, consciente de sus verdaderas necesidades, tal vez no consuma productos y servicios casi de manera obligada como sucede hasta ahora, porque de seguro así tal vez sólo falte que nos apunten con una pistola para comprarles sus ofertas, bueno, no tanto. ¿No 1o cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.

 

Luis Humberto