Luis Humberto
Poder y dinero contra educación.
El día que los jóvenes decidan estudiar con empeño, en verdad prepararse intelectualmente, dedicar el mayor tiempo posible al estudio, y alejándose gradualmente de poderosas y atractivas barreras estructurales y tecnológicas, presenciaremos el coyuntural surgimiento de nuevas generaciones que busquen un mejor nivel de vida a través de la educación.
La verdad si entiendo por qué poder y dinero se han coludido enormemente a través de los años, para tratar de atraer y pervertir consciencias subrepticia y subliminalmente. Mantener de manera interminable y competitivamente su supremacía de riqueza y poder, quizá sea esta la real razón. Las mieles que brindan el poder y el dinero son también una droga insaciable que requieren quienes la poseen, para retroalimentarse permanente y constantemente. Hacen lo que sea, sin importar todos los efectos colaterales que produce, caiga quien caiga, tras su búsqueda y mantenimiento. En contraste, trate usted de imaginar una ciudad hipotética, utópica, donde no se tolere, donde no tenga cabida la corrupción; donde los tribunales, los partidos po1íticos, los sindicatos, las cárceles, policías, comisiones de derechos humanos, excesivos parlamentos, y donde muchas otras cosas similares no sean necesarias. Nada que tenga que ver con la defensa de nuestros derechos. ¿Verdad que no se la puede usted imaginar? Le surgirían interminables cuestionamientos y pensaría usted que tal vez estoy loco, que soy un torpe e ignorante; Sin embargo, yo pienso que esto podría llegar a ser posible algún día, indudablemente que usted y yo no lo veremos jamás. Pero quizá dentro de algunos siglos sus choznos tal vez puedan verlo. Todo depende de una buena educación generacional, gradual, impregnada de enterrados valores resucitados algún día. De una revalorización de todos nuestros defectos y virtudes. De una revisión consciente y plena de nuestra naturaleza, de arraigados intereses naturales, inmanentes a nosotros y que son los que nos impiden trascender. Tal vez me califiquen de socialista o quizá comunista, ¡nada de eso!, pero cuando todo ser humano pueda satisfacer plenamente todas, absolutamente todas, sus necesidades básicas y no carezca de nada humanamente posible. Cuando pueda gozar de todos los beneficios, gustos y preferencias que el resto de sus congéneres disfrutan, la cual hoy es una marcada minoría. Tal vez el interés de la ventaja no sea innecesario. La competencia es saludable cuando es sana y tal vez algún día lo sea. Yo, aún mantengo mis dudas al respecto pero quizá comparta con usted la lejana idea de que esto podría llegar a ser posible. Cuando entendamos, cuando comprendamos todos que la felicidad en general puede ser totalmente compartida. Cuando decidamos como pueblo tan solo dejar de consumir basura. Cuando decidamos dejar de comer basura, de tomar basura, de entretenernos con programas basura, incluso, cuando también decidamos dejar de fumar basura, de leer basura. Cuando decidamos dejar de permitir que muchas organizaciones escandalicen a diario por las calles en aras de promocionar diversos productos y servicios, apoyándose en el uso irracional de modernos equipos de sonido que contribuyen más a la contaminación auditiva y ambiental que de por sí ya padecemos bastante.
Cuando dejemos de practicar una lista interminable de desfavorables e irracionales actividades en pos de conseguir mayor riqueza y poder (tal como ahora lo practican, a través de variadas herramientas mercadológicas, cognitivas, tecnológicas e intelectuales en que se apoyan, fuertes y oligárquicos grupos monopólicos nacionales y extranjeros), sin considerar 1as fatídicas y letales consecuencias que con ello le propinamos todos a nuestro planeta. Entonces, si aún tenemos tiempo, todos alcanzarán esa anhelada vida mejor que merodea en 1a mente de todos. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.