24 de Noviembre de 2024
 

Panoramas de Reflexión

Luis Humberto

 

La rebeldía

 

            El cantante chileno Tito Fernández en una de sus canciones dice que: “Un hijo es tan hermoso, que no puede negarse, es el amor, es todo, es recibir, es dar, es desvarío loco de aquel sueño del alma, que se vuelve esperanza y no se va jamás”. Pero de pronto, aquel niño de brazos ha crecido, todo comienza a cambiar; su ropa, sus amigos, sus gustos y sus demandas. Los padres se preguntan. ¿Qué sucedió con mi hijo? Pareciera que los días pasaron rápidamente. Lo doloroso de todo esto es que quiere hacer lo que quiere, sin sujetarse a nada ni a nadie. Esa actitud hacia la vida y, especialmente, hacia los padres se va dando con mayor fuerza en edades cada vez más tempranas.

 

            El desarrollo emocional de los adolescentes, por sus propios cambios biológicos, psicológicos y físicos, llevan a los jóvenes a reacciones propias de su edad, que se van dando con hechos violentos que sorprenden y que producen resquebrajamientos profundos en las relaciones entre padres e hijos. Su rebeldía está marcada en actitudes de falta total de obediencia a sus padres, respuestas ásperas y duras, sin control y sin límites adecuados. Esto puede llevar a un involucramiento creciente con los dioses modernos que el hombre ha creado; alcohol, tabaco, sexo irresponsable, drogas y conductas violentas. Muchos padres se preguntan en dónde fallaron para que sus hijos actúen de esa manera. Una pregunta que los padres deberían hacerse al respecto es ¿quisimos tener estos hijos? Existen dos causas por las cuales los hijos actúan cobrando cuentas a sus padres. Muchas veces la respuesta es dolorosa, ya que el hijo es consecuencia de un embarazo no deseado; es decir, los padres no adquirieron responsabilidad por el hijo que venía, de manera que estos chicos crecen en ambientes donde el respeto, el afecto, la confianza, la comprensión y un sentido de pertenencia, han desaparecido. El abuso, el perfeccionismo, la rigidez, la represión, los mensajes dobles y la triangulación, son las disfunciones que marcan a una familia y que producen consecuencias funestas, de manera que es la estructura familiar la fuente en donde se desarrolla la rebeldía de los muchachos. La otra causa es el entorno, los ambientes que los jóvenes frecuentan y con quienes lo hace. Los mal llamados “amigos” dan un aporte negativo para que la rebeldía aumente. No podemos desconocer que existen medios de comunicación que presentan estilos de vida nada saludables, pero con una fuerte influencia que cautiva a los jóvenes, apartándoles de normativas respetuosas. La forma en que visten, lo que se ponen y aun lo que escuchan, está generando una cultura juvenil no solamente rebelde sino violenta. El comportamiento y la respuesta que los hijos están dando a sus padres ponen al descubierto el tipo de padres que son ustedes. Existen padres dominantes, que golpean, imponen reglas rígidas, con temperamento colérico, humillan y amenazan a sus hijos y nunca les dan el afecto adecuado; padres negligentes que nunca se involucran en el desarrollo de sus hijos, prometen y no cumplen, dejan la crianza de los hijos a la madre o al padre o a la calle, nunca tienen tiempo para sus hijos; padres permisivos o bonachones, que no ponen reglas, gozan a sus hijos aun cuando les gritan y no son capaces de decir no, solapan las acciones de sus hijos, permiten que se rompan las reglas por ellos mismos establecidas y no saben dar afecto, porque confunden amor con falta de disciplina. Estos padres producen hijos que muestran su rebeldía, a través de ciertas características que influencian fuertemente en la personalidad de sus hijos, tales como ser ásperos es su trato con los demás, con autoestima baja, presentan dificultades para sujetarse a las autoridades escolares y al sentirse heridos por el poco afecto que reciben de sus padres, sienten que no sirven para nada.

 

            Yo se que usted como padre de familia no desea estas actitudes en sus hijos, hágase entonces la pregunta que le planteo ¿quieren tener estos hijos? Creo saber la respuesta y ésta es no. Cambien su actitud primero para poder modificar la de sus hijos cuando observen cambios violentos en ellos. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.



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