Al Maestro
“El maestro es un profeta, por cuanto que pone los cimientos del mañana. También es un artista, por cuanto que la arcilla con que trabaja es el material precioso de la personalidad humana. Es un amigo, porque su corazón responde a la fe y a la confianza que en él han depositado sus alumnos. Es ante todo un ciudadano, ya que su obra estriba en mejorar la sociedad con su enseñanza y su ejemplo. Es un pionero, porque siempre está intentando lo imposible. Y lo más curioso del caso es que siempre gana. Es un creyente; todos sus actos se refieren a la fe en el mejoramiento constante de la mente, las facultades y la capacidad de la raza humana. Quizá tú no tengas ni la vocación ni las cualidades para llegar a ser un maestro pero, no te preocupes, hay otras maneras para ayudar a nuestro prójimo y mejorar en la medida de lo posible sus condiciones ya que eso no está necesariamente reservado sólo a los maestros”.
Joy E. Morgan nos ofrece una breve reflexión en relación a tan loable labor que desempeñan los maestros. Cada uno de nosotros guardamos en la memoria las enseñanzas de alguno de nuestros mentores que lograron dejar huella profunda en nuestras mentes y en nuestros corazones sobre todo por su ejemplo, dedicación y consejos. Sin duda alguna es una labor un tanto ingrata, ya que de tantos jóvenes que pasan por las aulas, son muy pocos los que realmente reconocen y valoran el esfuerzo de tan encomiable labor, ya que en ocasiones recibimos de ellos una educación más esmerada que la que se da en el seno del hogar. Porque ellos comparten con los alumnos sus experiencias, sus conocimientos, su fe y su grandeza de espíritu. Aún podemos reconocer en los maestros la vocación de servicio, ya que no es una tarea fácil, no cualquiera tiene la capacidad de echarse a cuestas la formación de las mentes de tantos niños, jóvenes y adultos, a personas que muchas veces ni sus propios padres son capaces de educar. Alguna vez se dan comentarios desdeñosos y viles acerca de la profesión de ser maestro, diciendo que son poco productivos, “no hacen nada”, que todo ese dinero que se les paga debiera ser usado en otras cosas que el país necesita más urgentemente. Yo les preguntaría ¿qué sería de nuestro país, sin el esfuerzo y dedicación con que los profesores hacen su trabajo? Sin duda seríamos un pueblo más ignorante y caótico, ya que sin los conocimientos y cultura que de ellos adquirimos estaríamos limitados a desempeñar nuestras labores de forma empírica y sin duda, nuestro pueblo estaría más sumido en la peor de las pobrezas, ya que si bien a corto plazo no generan riqueza, a largo plazo son los que van a dar a la sociedad el personal capacitado para ello.
Entonces ¿por qué no reconocerles como una parte valiosa de nuestra sociedad? En vez de lanzar críticas mordaces en relación a su trabajo, compartamos con ellos la responsabilidad que como padres nos corresponde en la educación de nuestros jóvenes, para que en conjunto contribuyamos a la grandeza de nuestro país. Dejando de lado a los profesores que no se comprometen con su tarea de educadores, porque también existen, pero sin duda unos cuantos no hacen mayoría. Aunque hoy no sea día del maestro, me acordé de ellos porque es una loable labor que deberíamos reconocer siempre al igual que muchas otras más. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.