24 de Noviembre de 2024
 

La violencia contra las mujeres desde las instituciones de gobierno

 

Miriam Lagunes Marín.- La violencia es exclusiva del ser humano, en la naturaleza podemos encontrar varios actos de agresión, cuando un lobo devora a un cordero lo hace para satisfacer una necesidad, la de alimentarse, del mismo modo cuando la perra se lanza en contra de algún otro animal para proteger a sus cachorros lo hace únicamente con la finalidad de defender a sus crías, sin embargo el uso desmedido de la fuerza de manera deliberada para causar daño a otros, muchas veces en búsqueda de obtener un beneficio personal, es una actitud meramente humana, sin embargo no es necesariamente inherente a nuestra especie.

En nuestras leyes está tipificada la violencia de manera que pueda ser detectada y castigada, también hemos desarrollado políticas públicas que buscan prevenirla, como ejemplo tenemos la ley de acceso a una vida libre de violencia para las mujeres del Estado de Veracruz en la que señala claramente cuáles son los tipos de violencia a la que las mujeres nos enfrentamos por el solo hecho de ser mujeres (violencia de género), aún con la legislación existente y los múltiples esfuerzos llevados a cabo por el gobierno y por la sociedad civil organizada para erradicarla no vemos resultados que nos indiquen vamos por buen camino.

Hablar de la falta de resultados en el combate a la violencia de género nos lleva al análisis de las estrategias que se han llevado a cabo para erradicarla y la medición de sus alcances, ¿por qué motivo a pesar de destinar millones anualmente a las instituciones encargadas de atender violencia vemos aumentar las cifras de mujeres asesinadas, violadas, desaparecidas y explotadas en el país? En definitiva, la cultura en las que estamos inmersas y la falta de planeación estratégica son elementos claves, sin embargo, hay un factor que todas las mujeres que hemos pasado por el proceso de denuncia podemos identificar claramente, situación contrastante con la incapacidad de las autoridades de señalarlo y reconocerlo, NO HAY REALMENTE VOLUNTAD DE ATENDER EL PROBLEMA.

Decía Paulo Freire, “cuando la educación no es liberadora el sueño del oprimido es convertirse en opresor”, la estructura jerárquica en la que están inmersos los hombres (patriarcado) se perpetúa a través de su deseo de mantener sometidos a los grupos vulnerables, comenzando por el de las mujeres, quienes hemos sido históricamente las más pobres entre los pobres y las más oprimidas entre los oprimidos, cuando hay pobreza en las mujeres hay miseria y cuando hay explotación física en nosotras también la hay en el ámbito sexual, la estructura gubernamental tiene la característica específica de mantener relaciones de  ejercicio de poder desmedido entre quienes la integran, no en el sentido de tener un orden y de rendir cuentas sino en el de conservar un estatus y una voz de mando por sobre las demás personas que la componen, acentuándose cuando sus integrantes son mujeres.

Al interior de las instituciones, desde el mismo actuar de los hombres (y muchas veces también de las mujeres) que las integran, no hay voluntad para atender el problema, es una mera simulación, no se quiere señalar ni detectar la violencia ejercida desde la cima del poder para que no haya cambios sustanciales en la sociedad, cuando no hay autocrítica es un claro indicio de que vamos a tener más de lo mismo, una lucha por mantener el poder y atacar a otros grupos, todo ello en el sentido de seguir sometiendo a otros, ¿cómo atacar al patriarcado con machos al frente de las instituciones? Simplemente no se puede, ahí está el gran pilar que sostiene los techos de cristal.

 



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