Después de muchos años de permanecer utilizando una silla de ruedas, me he dado cuenta que todo lo que necesito es poder seguir utilizándola; pocos valoramos lo que tenemos y cuando lo perdemos, nuestra atención se centra en volver a conseguirlo. Muchos nos conformamos con tan poco de lo que nos ofrece la vida, que deberíamos hacer conciencia de lo ambiciosos y egoístas en que nos convertimos en la mayoría de las veces.
Abrir conciencia en nuestros corazones es una acción poco probable pero necesaria para sacar a la luz todas nuestras reminiscencias, todo nuestro pasado, todo nuestro dolor, nuestros sufrimientos, pero también todas nuestras alegrías, todos nuestros triunfos, nuestros logros. Las metas cumplidas debemos dejarlas atrás, iniciando, reiniciando siempre metas nuevas, reinventándonos, haciéndonos seres de bien, seres de lucha constante y continua y no observadores ambiciosos de logros ajenos. La vida es tan bella y tan corta que bien vale la pena vivirla intensamente, a pesar de las condiciones y reservas que tengamos para hacerlo. No siempre podemos hacer efectivos nuestros más caros anhelos, pero podemos aproximarnos al máximo a ellos si así lo deseamos. Todo es poder de lucha, todo es querer y ser poseedor de la disposición de ánimo necesaria para lograr nuestros deseos. La opción somos nosotros, la única opción que existe y que debemos conocer. Es cierto que muchos son nuestros fracasos, nuestros tropiezos, que poco o nada podemos hacer para evitarlos pero son nuestra escuela, nuestra enseñanza, donde aprendemos a soportar y enderezar nuestro pesaroso andar por esta también, para nosotros, complicada vida. El concepto de vida, al igual que el de felicidad, y de muchos otros conceptos, es verdaderamente subjetivo. Es decir que cada quien cuenta y vive la suya, su vida, cómo le va en la feria. Lo subjetivo se refiere a nuestro modo de pensar y de sentir, y no al objeto en sí mismo, el cual es independiente de nuestra propia manera de pensar y sentir. Entonces, sólo nos queda caminar para adelante, no existe el retroceso, no hay para atrás, no tenemos otra opción, porque la otra opción, considerando las cosas drásticamente, sería en realidad nuestro propio deceso, y desafortunadamente para nosotros mismos, nadie ha regresado del más allá para decirnos si las cosas por allá están mejor o peor que aquí; así es que mejor continuamos con la única opción que tenemos, vivir plenamente esta bella y corta existencia. Aunque hemos deteriorado miserable e inmisericordemente el lugar donde se desenvuelve, donde se desarrolla nuestra querida y aferrada vida, el lugar que habitamos, nuestro planeta, nuestra tierra, nuestra casa común, de lo que tal vez nosotros podemos alegar que no hemos contribuido en nada a que se deteriore; sin embargo, consumimos demasiada energía eléctrica, generamos excesivas cantidades de basura y desechos orgánicos, deforestamos bosques y selvas a diestra y siniestra a nuestra conveniencia, consumimos y tiramos agua exageradamente, y muchas otras cosas más que afectan al planeta, puesto que ocupamos un lugar en esta tierra y ello, ya con eso, nos convierte automáticamente en contribuyentes de nuestra lenta destrucción. Pocos nos importan los demás, si los afectamos o no, si satisfacemos con esto nuestras necesidades afectando a nuestros hermanos.
Aprendamos pues a vivir con lo que tenemos, con lo que la vida nos ofrece a nosotros, generando y buscando nuestro propio bienestar y progreso sin afectar a nadie en la consecución de nuestras metas. Seamos organizados, aprendamos de los demás cuando estén haciendo bien las cosas, apliquemos lo aprendido que sea de provecho en nuestra comunidad, seamos compartidos con los frutos obtenidos, hagamos bien las cosas, no saturemos las calles de basura en horarios inapropiados con desechos indebidamente envueltos y distribuidos; separemos la basura, consumamos menos energía eléctrica, apoyemos las causas nobles y practiquemos la caridad, verá que en poco tiempo se dará cuenta del ahorro que está haciendo y el bienestar que está generando. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.