Un poco de filosofía
Muchas veces me he preguntado si la vida efectivamente es lo que he pensado hasta ahora de ella, y aunque día con día descubro cosas nuevas e interesantes, cada vez encuentro más que sí. Como dice el refrán: “Nada es verdad, nada es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”; es decir, cada quien platica de la vida como le va en ella.
Póngase usted a pensar un poco, si en la vida, generalmente la mayoría de las veces le ha ido bien, y no necesariamente por mera coincidencia, indudablemente que usted afirmará que la vida es bella, justa, maravillosa. Si por el contrario, en la vida le ha ido mal en la mayoría de las cosas que emprende, y vuelvo a lo mismo, no necesariamente por pura coincidencia, invariablemente dirá todo lo contrario; La vida es dura, difícil, injusta y hasta complicada. No dudo que también alguna vez se haya usted atrevido a juzgar que las oportunidades que tienen valor son para algunos cuantos, para la tribu sólo está lo pequeño e insignificante, mientras que para los ricos y poderosos está lo selecto, lo mejor, en materia de oportunidades. Pero déjeme decirle también que tal vez en esos pensamientos ha estado, y no considere usted el factor tiempo, y no me diga que lo ha obviado, no, tal vez lo haya olvidado. Las cosas trascendentales, las que tienen mayor valía, no se logran de la noche a la mañana. Si usted ve que alguien tiene más recursos, o más oportunidades que usted, llámelo como quiera; tal vez se deba, aunque sea en ínfima parte, debido a un aspecto generacional y hereditario, porque quizá la familia antecesora de esa persona a quien observa, ha invertido mayor tiempo y esfuerzo en buscar sus propias oportunidades de desarrollo y ello ha repercutido en el beneficio de ella. Sin embargo, también le digo, nunca se amargue la existencia comparándose con los demás, no es saludable para su espíritu. Lo que sí es importante y vale mejor la pena, es que no se fije tanto en los demás y ocupe mejor su tiempo en procurar su propio patrimonio. Mucha gente pierde su tiempo en acometer a los demás, porque luchan, porque trabajan, porque se esfuerzan, porque perseveran, y porque logran materializar sus esfuerzos y perseverancia en triunfos que se traducen en éxitos, recursos y mejores oportunidades. Una vez me enteré de un joven emprendedor a quien le rompieron el medallón (cristal trasero) de su nuevo vehículo, mientras estaba estacionado frente a un conocido restaurante de la ciudad. Cuando la policía detuvo a los culpables, se trataba de una banda de jovenzuelos que se dedicaba a arruinar automóviles nuevos, precisamente por tratarse de autos último modelo, y confesaron su delito argumentando que “les caían ‘gordo’ las personas que podían darse el lujo de poseer esos carrazos”. La envidia envenena el alma, jamás ha dado buenos frutos, y desafortunadamente se pierde entre la ignorancia de las multitudes que la generan. El trabajo, el esfuerzo y la perseverancia, son los únicos caminos moralmente lícitos que trascienden al éxito verdadero, y por supuesto, la conservación de los valores morales que lo producen.
Las coincidencias no existen, son invariablemente el efecto de una causa. Es decir, son el resultado de muchos factores, también en su mayoría desconocidos por nosotros los que interactúan logrando las consecuencias que vemos, y otras que no, después de todo, no somos capaces de apreciarlo todo y no nos corresponde tampoco. La mente es inquieta y puede traicionarnos o beneficiarnos, la elección es nuestra. Elija usted siempre el camino correcto que sigue el trabajo, el esfuerzo, la perseverancia, y aunque se lleve un poco más de tiempo, logrará siempre los mejores frutos para usted y los suyos. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.